sábado, 5 de enero de 2008

Modelo

No puedo evitar ser un romántico empedernido. Una amiga me ha dicho que está comprometida, y se me ha disparado de nuevo el anhelo por conseguir un amor de verano para sobrellevar la falta de motivación del día a día. Sin embargo, ahora el anhelo tiene una silueta, y esa imagen borrosa y poco definida que representaba mi mujer ideal, tiene un modelo en algún lugar.

Al principio no le dí trascendencia a su presencia. Entré a un restaurante y estaba sentada en una de las primeras mesas a la izquierda de la entrada del lugar. Desde que había llegado a Pereira, el sol se había apoderado de las tardes y el clima era el ideal para un sujeto acostumbrado al frío de la capital como yo. Era la hora del almuerzo y el lugar estaba abarrotado de gente, por lo que tuve que esperar un tiempo para obtener un lugar. Al observar la gente que comía no pude evitar fijarme en una mesa donde una mujer con una blusa violeta se sentaba de espaldas a mí. Hay algo en el violeta que siempre llama mi atención cuando está sobre una mujer, pero también pude percibir que su cabello era diferente al típico cabello de la mujer pereirana. Parecía fuera de lugar, en otro contexto, de otra región, y me recordaba las mujeres rockeras que sólo se ven en la capital, y el tipo de persona alternativa que me llama la atención. Estaba con su familia, y yo con la mía, y me senté en a dos mesas de distancia de ella. Le pude observar el rostro, y era un rostro que confirmaba mis primeras impresiones. Utilizaba lentes, pero los blandía con gracia, con delicadeza y actitud. No sé como describirlo, pero nuestras miradas eran cómplices. En otra situación, en un bar, en un lugar más íntimo seguramente me habría acercado a hablarle, pero en pleno restaurante popular y con nuestros padres en la escena la situación era para olvidarla. Sin embargo cruzamos miradas. No, no las cruzamos, pero sabíamos que el uno miraba al otro mientras se centraba la atención en la mesa. No podría descifrar su edad, tal vez era bastante más joven que yo, pero poseía ese porte que solo una mujer completamente madura puede tener. Era una combinación ideal, la mujer ideal, belleza e inteligencia en una sola alma. Al terminar el almuerzo salí con paciencia de último del local, sólo con la intención de recordarla con detalles en mis recuerdos. Ahora tengo un molde, ahora tengo una idea, ahora creo que sé cómo quiero que sea. La silueta toma forma y es una simple instantánea de un momento extraño y sin trascendencia. 

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