jueves, 21 de octubre de 2010

Excusas

  1. La tesis fue como una traga maluca: pensaba en ella día y noche, trasnochaba incesantemente, soñaba con sus curvas; cuando algo funcionaba habían sonrisas y mariposas en el estómago, pero rápidamente me volvía a desilusionar cuando no salían las cosas, el sinsabor de la existencia se apoderaba de las noches. "No había tiempo ni para los amores".
  2. El trabajo: 8AM a 6PM. Inicié Manscupio suponiendo que las tardes iban a ser mías y con la idea de recolectar personajes en medio de todo. El cansancio de no hacer nada. 8 horas frente al computador, de corbata y zapatos lustrados, de pelo corto, de dolores de estómago retenidos, de reuniones, de estupideces, de compañeros de trabajo sin vida. Al final se llega a casa y no se quiere pensar... hasta resulta a veces atractivo prender el televisor y dejar morir el tiempo hasta la hora del sueño.
  3. La impaciencia, la falta de encontrar algo bueno para contar. Parece que con el trabajo la vida se pasa sin sobresaltos, sin cosas interesantes. A las 7pm de cada día, pareciera que no hice nada que valiera la pena para el mundo, aunque los patrones ganan dinero y se limpian las hemorroides con billetes que tienen la sangre de los esclavos de la compañía. "Eficiente, proactivo, lambón y jodido".
  4. Después de un tiempo, enfrentar la pantalla en blanco es más difícil. Se vuelve a la fuerte autocrítica de la primera vez donde el afán por la perfección hace descartar cualquier redacción que no parezca de un escritor. Se postpone la escritura, se aplaza la lectura, se deja para cuando parezca apropiado. Tal vez 8 meses después.
  5. Perdí demasiadas noches por mirar El Encantador de Perros.
  6. Perdí la capacidad de vivir en las noches.
  7. Me volví mejor lector con la esperanza de tener alguna herramienta adicional para mejorar la escritura.
  8. Lo último que escribí parece demasiado bueno para ser mío.

8 meses de excusas... eso es la definición de procrastinación.

domingo, 24 de enero de 2010

Manscupio

Entré a trabajar. Tanto tiempo estudiando algo que no me apasiona y se reduce a esto: conseguir un trabajo cómodo y bien pago que me permita hacer las cosas que siempre hago. Cuando supe que estaba en la facultad equivocada llegar a este punto fue una de las razones por las que decidí dejar mis prejuicios en una esquina y sumergirme en un mar de tecnicismos (mi madre no entiende mi tesis). Es inevitable sentirme como una puta, pero ahora sé mejor que antes que una puta tiene los mismos dilemas que cualquier otro empleado. Un trabajo repetitivo, fingir una sonrisa, rebuscarse algo que apasione en medio de la monotonía.
De todas formas, y por exceso de mamertismo, me siento fuera de lugar, y como buen observador de la estupidez humana, he decido crear un espacio para burlarme y rajar de la vida en corbata de las plásticas oficinas del mundo capitalista.

Presento a mis pocos lectores, Manscupio.