miércoles, 23 de enero de 2008

Rituales

En realidad es cierta manera de hacer las cosas lo que te diferencia de la gente común. Supongo que en mi caso se trata de esos pequeños rituales que sólo yo realizo, o al menos eso creo. La leche condensada en el café podría convertirse en uno de esos símbolos de mi extraña maraña de cosas que suelo hacer, pero es algo reciente, y sin tanta profundidad, una mera curiosidad. 
Hoy volví a la universidad con la intención de lograr obtener dictar más horas de monitoría que me permitan pagar las cervezas que acostumbro tomarme los fines de semana. Observaba a los estudiantes de primer semestre en su semana de inducción y me dí cuenta de lo mucho que he cambiado en todo este tiempo. Entré de nuevo a la biblioteca de mis amores, y terminé viendo de nuevo Ciudadano Kane. Maravillado por la notoriedad de la actuación de Orson Welles, compré un tinto y un pastel y me fuí a una pequeña playa esperando encontrarme con el toque de una banda de la facultad de música. La cosa nunca terminó de cuajar, y era lógico teniendo en cuenta de que no han empezado clases y los primíparos están apenas empezando a adaptarse al campus. Con algo de decepción, pero maravillado por el equipo de micrófonos con el que cuenta la universidad para estos eventos, me encaminé de nuevo al centro.

Y es lo de siempre, entre al Parque Nacional como siempre lo hago, y me sorprendió ver un gran número de los mismos prímiparos de primer semestre intentando socializar entre ellos y jugando fútbol entre los árboles, sin saber que ese era el espacio reservado de toda la vida para los constructores en horas de descanso. Seguí mi rumbo acostumbrado, hacia la torre del reloj en el interior del parque. Es una zona llena de árboles enormes, y contiene otra pequeña plaza con jardines hermosos y una fuente en el centro. Alrededor tiene un pequeño pasaje, un camino en ladrillo y paredes cubiertas de enredaderas. Un lugar mágico donde suelo sentarme a encontrar inspiración. El sol ardiente que en estos días visita la ciudad no me permitió decidirme del todo, así que seguí mi caminata hacia el centro de la ciudad. 
Esta vez tome otra ruta, más cerca de la montaña, más complicada, pero con un rumbo algo definido. Quería como siempre llegar hasta el Museo de Arte Moderno, pero esta vez a comprar unos cuadernos diferentes que sólo venden en las tiendas Taschen. La ruta nueva me permitió observar nuevas arquitecturas, nuevas locaciones, nuevos lugares para pensar en la historia de la ciudad. Pasé por el Colegio Mayor de Cundinamarca y la parte de atrás del Museo Nacional. Me dió algo de nostalgia al enterarme de que el Círculo de Lectores había decidido mudarse para el norte, pero pude entender la necesidad de una clientela más prolija. Seguí mi rumbo hasta el Planetario y la Plaza de Toros, ya que también tenía la intención de conocer el lugar donde se encuentra Socorro Bar, donde parece que puede surgir la posibilidad de tocar con la banda. Camine al Parque de la Independencia y quedé maravillado de inmediato. No suelo llegar hasta este punto, y mi preferencia por la cercanía del Parque Nacional había opacado mis intenciones de conocerlo. Quede sorprendido por lo organizado de sus jardines, y la presencia de caminos estrechos alrededor de un sendero inclinado que le dan cierta presencia. Esboce una sonrisa al darme cuenta de que este lugar se encuentra bajo la sombra del edificio más alto de Colombia, y que sin embargo parecía extremadamente alejado del bullicio y la confusión del centro de los negocios del país. Al fin encontré ese pequeño puente que desemboca al Mambo (Museo de Arte Moderno de Bogotá) y llegué inspirado y feliz sólo para darme cuenta de que era la hora del almuerzo y la tienda estaba cerrada. Estoy convencido de que este lugar es inhóspito para la mayoría de los personajes que estudian mi carrera, y eso me llena de sentido de pertenencia. Reconocí un grafiti en una pared, y reflexioné un rato sobre lo complicado del arte callejero. Proseguí mi rumbo, y llegué a la Cinemateca Distrital buscando algo en la programación que me sacara de la acera, pero la proyección siguiente estaba algo alejada. Entré a unas casas musicales y pregunté por la armónica que tanto he querido pero cada vez aparece más esquiva. Luego, un bus y de regreso a casa.

Ahora caminar el centro en soledad se me hace algo natural y poco extraño. Ya he dejado de sentir nostalgia por esa incursión furtiva entre multitudes de personas. Cada persona es diferente, y supongo que esta es una de las cosas que me distinguen. Sin embargo, por alguna razón, nadie conoce este ritual. Lo he querido mantener en secreto, no por miedo a que me vean extraño, sino porque no sirve de nada tener impulsos de ese tipo en los círculos sociales donde debo moverme. Lo repito sin cansancio cada vez que se me cruza el tema, cuando camino sin rumbo sólo estamos la acera, yo y mis pensamientos. Soy yo. Soy más yo que nunca. El anonimato que brinda los ríos de personas son el ideal para pasar desapercibido y no esperar ninguno tipo de juzgamientos de nadie. Parece que es contradictorio con ese corazón romántico que tengo, pero en el fondo, al no aparecer nadie, la soledad no parece nada malo. Al menos tengo tiempo para estos fogueos que me satisfacen al animal curioso dentro de mi mente. Pensar y caminar, ese es mi ritual.

viernes, 18 de enero de 2008

El día después

No estoy completamente borracho, pero cierto es que mis habilidades motrices están bastante débiles. Con sorpresa me doy cuenta de que la habilidad de digitación de mis manos no se ha perdido, seguramente son ellas mismas las que recuerdan las posiciones de las teclas sin necesidad de pedir consentimiento a mi deslucido cerebro con sinapsis lenta. De todas formas el primer impulso al llegar a casa fue escribir en este estado endeble para recordar con algún nivel de detalle los sucesos que han sucedido hoy.


Ayer fue mi cumpleaños, así que hoy viernes mis amigos han decidido emborracharme en honor a mi nacimiento. La verdad no me molesta, pero cierto es que lo han intentado comprándome una cerveza alemana especial y negra que me gustó bastante. No sé si debería resumir esta noche en pocas palabras, pero si borracho quiero escribir es porque seguramente en lo más sincero de mi corazón la escritura es una necesidad. La noche empezó tibia, frío fue el clima, y esperé en el lugar de encuentro de la mayoría de los habitantes de la ciudad nocturna de mi generación. Se trata de un centro comercial, cerca de la zona de la rumba más exclusiva, donde todos los jóvenes de todas las filosofías se reunen. Es la central del punk bogotano de alto presupuesto, y también es el lugar de encuentro de muchas personas que buscan un estilo de noche más alternativo. Se encuentra cerca de un lugar al que llaman la zona T, donde los personajes con mucho dinero se dedican a adorar a Baco. La verdad es que debido a estos últimos días de trabajo contaba con algún efectivo, así que cuando surgió la idea de ir por la zona no lo dudé demasiado. 

Fue bastante impresionante darse cuenta de que la mayoría de los lugares que frecuento se encontraban atiborrados de gente, y mientras tomaba mi cerveza negra, caminamos sin rumbo definido para encontrar un lugar para pasar la noche. Después de esperar unos turnos en un lugar especial, terminamos tomando más cerveza. Recuerdo que sonó música de The Police y de Weezer, con lo cuál me sentía bastante bien. Después de otro trayecto en busca de un lugar con más ambiente, terminamos en un lugar bastante underground con un ambiente propicio para sujetos con el rock en las venas como los que estábamos reunidos. Sin embargo, el valor de las bebidas nos hizo salir despavoridos por la puerta principal. El detalle único consistía en que todo el techo estaba cubierto de espejos, por lo que en el fondo se podría recordar otro tipo de lugar con poca reputación.

Terminamos en uno de mis lugares favoritos y también de los de mayor costo. Allí, tal vez con el valor que unas cuantas cervezas en mi cabeza me brindan, he invitado a un grupo de niñas que tomaban solas para que nos acompañaran a tomar un trago. Ahora que lo pienso, la velada hubiese terminado bastante aburrida si no hubiera tomado la iniciativa en ese momento, pero fue tan espontáneo que no sé si fue el final que necesitaba la noche. En fin, he conocido a una persona de la cuál sinceramente no recuerdo el nombre. Si... era Diana, ahora lo recuerdo, y no era la mujer con mejor figura del lugar. Sin embargo era bastante alternativa. 

Hablando con ella me enteré de su vida algo rebelde y de los nueve piercings que llegó a poseer, además del tatuaje que no llegué a observar. Le gustan las lagartijas y el fútbol, cosas que le fascinan a cualquier hombre con masculinidad. Hablamos de cosas sin trascendencia, pero también hablamos del hecho de que sus planes originales eran de estudiar cine en lugar de derecho, y de que mi plan es estudiar música después de terminar la carrera. En fin, sería una candidata ideal para un sujeto alternativo como yo, pero por alguna razón, al terminar de hablar con ellas y encontrarme sólo con mis amigos empecé a maldecir mi suerte por la poca belleza de la mujer que había platicado conmigo por la media hora que logramos compartir. No sé si los tragos que traigo encima son los que generaron el repudio por esa persona de corazón rebelde similar al mío, pero la verdad es que en medio de mis amistades empecé a burlarme de las ilusiones que pudiesen conseguir de un escenario como el que se presentó. Ella me pidió el teléfono con la promesa de llamarme para continuar la conversación, y una parte de mí dudó al entregarle la llave de acceso a mi voz. Soy superficial y eso me mortifica en un espacio libre como este diario de ilusiones vacías, y el anhelo que llevo por dentro parece ser contradictorio con una mentalidad materialista como la que mostré esta noche. Tal vez no llame, y en siempre me preguntaré por lo que pudo haber sido y no fue, y por lo que dejé ir por presión social sin sentido. No he escrito detalles que no vaya a recordar mañana, pero igualmente, amanecerá y veremos.

jueves, 17 de enero de 2008

Incoherencias varias

¿Como conciliar el sueño cuando tu cabeza le da vueltas y vueltas a ideas sin sentido ni dirección? Mi cabeza se llena de dilemas que no tienen consistencia, ideales que parecen intrascendentes. Incongruencias que me desvelan sin razón aparente.

El hombre de la multitud de Poe siempre me pareció una narración impresionantemente certera. Creo que soy de los pocos sujetos que observan los rostros de las personas que caminan hacia mí en la acera. En el fondo creo que espero encontrar a alguien que me devuelva la mirada de alguna forma especial y genere alguna energía que reconoceré, y algunas veces lo hago solo por saber cuantas personas son capaces de mirarme a los ojos sin bajar la vista por dos segundos. De cualquier forma, camino y observo a la vez, y me pierdo entre las masas con mi mente lejana. Siempre he pensado que no pertenezco a ningún lugar, y tal vez la soledad y el anonimato que me brindan estas caminatas son el espacio que busco. Cuando me adentro en la ciudad, escuchando música tal vez, o simplemente observando el cielo y las edificaciones, mis pensamientos se diseminan sin obstrucciones y puedo hacer lo que quiera sin esperar alguna consecuencia que solo en un círculo social se pueda presentar. Es descubrir el agua tibia, puede que sí, la soledad le brinda espacio a la individualidad, pero por alguna razón que parece común a toda mi generación, la soledad también me aterra. Esa atmósfera de ermitaño que parece estoy creando a mi alrededor no parece demasiado prometedora.
He visto una historia donde una mujer está cansada de una vida común y corriente, y prefería estar sola a perder el tiempo con personajes comunes y corrientes, dentro de situaciones comunes y corrientes, en lugares comunes y corrientes. Ella quería conocer alienígenas, viajeros del tiempo y médiums. Después de observar por un rato me dí cuenta de que la vida humana puede ser bastante aburrida si lo que buscas es acción. Ese nivel de excitación en la historia es responsabilidad del que la escribe, y aparentemente yo prefiero caminar por ahí sin razón más que husmear en los letreros de las fachadas de los edificios, buscando aún ese café que me brinde algún sentido de pertenencia para convertirlo en mi escondite. Si, aburrido de un lado, el lado que más me gusta. El otro lado es charlatán, y hablador. Cada vez me doy cuenta de la mezcla tan extraña que soy, pero me preocupa también que sea tantas cosas a la vez pero ninguna después de todo. Incoherencias varias que solo se vuelven constructivas cuando las vuelves a leer. Músico, científico, pensador, creativo, romántico... tal vez ninguno, tal vez los dilemas de los que hablo no son más que palabras colocadas al asar para no perder la costumbre de escribir. La falta de identidad puede consumirme en momentos como este, la necesidad de pertenencia aparece y no tengo mucho de que aferrarme. Soy fuerte mentalmente, pero las ideas siempre terminan llegando de una u otra forma al mismo punto. El punto de convergencia, la búsqueda de sentido, la necesidad de identidad, la definición de individuo. Debo detenerme, el sueño no es el mejor amigo de la escritura, y la falta de continuidad aparece. 

miércoles, 16 de enero de 2008

Gris

Es extraño darme cuenta de repente del envejecimiento de mi padre. Aún sigue siendo el sustento de la familia, y sus instintos en el trabajo son impecables, pero cada vez más se marca el paso del tiempo. Es difícil notarlo, y pareciese que ese cabello gris siempre fue así, pero al observar el autorretrato en óleo que dibujó cuando yo era tan solo un niño es imposible cuestionarse por el paradero de los cabellos oscuros. Es más alto que yo, llegando al 1.92 por encima de mis suficientes 1.86, y siempre parece tener más energía que yo, por lo que siempre lo veo hacia arriba, y parece él el dueño de un corazón de 20 años. 
Los cambios son de comportamiento, de frases, de características que sólo la edad trae a sus espaldas. Ahora es más terco que de costumbre, más intenso en sus actividades, más perspicaz en su andar. Al hablar de fútbol con él no puede hacer más que pensar en extrañas conflagraciones para arreglar partidos, y observa confabulaciones en cada esquina. Ha perdido la capacidad de reconocer sus errores, y ahora espera que la gente siempre este a su disposición sin importar la hora ni las diligencias de cada uno.

We'll allways have Paris

Bueno, si mi iniciación en la cinefilia fue Cumbres Borrascosas, la película que me inundó de ganas de continuar fue Casablanca. Hay algo en la historia del insensible Rick que nos identifica a todos los hombres. Solo un tipo como Bogart hubiese podido expresar sensaciones tiernas y aún así lucir como un macho en frente de las cámaras. "Here's looking at you kid" siempre me pareció la frase más trascendente, por encima del título de este post. De todas formas, quería ver esta película simplemente por sentirme con la suficiente autoridad como para utilizar esas palabras. Aquí está, el extracto final y la escena por excelencia del romance a blanco y negro, el maestro de la inexpresión Bogart haciendo de Rick y despidiendo a la mujer que ama y por la única por la que decidió poner en riesgo su tranquila estadía en Marruecos.


domingo, 13 de enero de 2008

Espacios

Hay momentos especiales donde la creatividad debe ser explotada. En mi caso, cuando acabo de despertarme, mi imaginación se desborda. Debe ser la existencia de ese umbral entre el sueño y la realidad donde el subconsciente se apodera de mi cuerpo y tiene libertad para desarrollar su potencial de creador. Es un diminuto lapso, que se prolonga durante todo el tiempo que duro en la ducha. No canto, sueño. En la ducha he estado tocando mi música frente a miles de personas en estadios alrededor del mundo. He creado proyectos, hecho planes. He terminado historias de principio a fin. Es además el único momento donde realmente se percibe cierta sensación de privacidad, y soy yo con mis ideas locas. Se ha transformado poco a poco en el hervidero de ideas de esta confusa personalidad, y me desconecto del mundo real a medida que el agua purificadora se lleva toda la contaminación de la realidad de la que somos presas. Me sumerjo en un mar de posibilidades, un charco de ideales, un manantial de variables. Son sueños descabellados después de todo, y cada vez más me culpan por los aumentos en la factura del acueducto. No puedo evitarlo, es el impulso de esos delirios matinales lo que me dan el empuje para continuar con la jornada.

Todo sería bueno hasta ahí, si no fuera porque cada vez que salgo de la ducha, olvido cada melodía y letra que produzco. Es un efecto extraño, pero por más que he buscado una solución, siempre las ideas vuelan a parajes lejanos de mi memoria. He lamentado por semanas la falta de retención de una creación que nadie fuera de las baldosas pálidas han escuchado. Supongo que pasa porque de repente despierto, y mi subconsciente se guarda para su horario nocturno. La imaginación muere durante buena parte del día, o al menos al mismo nivel desaforado con el que se manifiesta en los momentos de somnolencia. Entonces componer se me transforma en una actividad que requiere concentración y menos espontaneidad.

Mi lugar favorito para componer música es, y siempre será, el Parque Nacional. El hecho de que mi universidad esté tan cerca facilita las cosas, y lo utilizo como un escondite de la rutina que me asedia. No importa lo complicado que se pueda poner las situaciones del ambiente de trabajo, los árboles nunca te recriminarán por ningún deber. Es además el anonimato que me brinda el lugar el mejor escenario para ser como soy sin alguien para criticarme. Hay una plaza circular alrededor de una torre de un reloj que siempre da la misma hora desde hace años que la visito. Los niños, los abuelos, los perros, son los asiduos personajes con los que me cruzo. Me recuesto en una silla y me pongo a leer, o de repente saco el lápiz y el cuaderno viejo y lleno las hojas en blanco con ideas de todos los colores. El olor de la pureza de la naturaleza inspira, el cantar de los pájaros son la mejor banda sonora para una creación cálida. La gente pasa, mira, te revisa, pero te deja tranquila. Los poetas callejeros buscan las parejas que vienen a mirarse el uno al otro por horas completas. No he encontrado a nadie más que decida venir al lugar por el simple placer que brinda la lectura al aire libre. Solía pensar que era cosa de tiempo para encontrarme a alguien similar, pero cada vez me convenzo de que es especial sólo para mí. La gente ha dejado de leer, y escenarios como este solo tienen significado para pocos.
Fotos, fotos, debo recordar tener una foto de aquel jardín de tantos suspiros, y del lugar con la palma en el centro donde las líneas fluyen con facilidad. Cuando me siento satisfecho con mi trabajo, tengo la posibilidad de caminar hacia el centro y seguir disfrutando mis pensamientos caminando en el anonimato. Un par de veces he llegado hasta el Mambo y entrado por el placer de ver la última exposición de fotografía  (salud por fotográfica Bogotá) o mirado la cartelera de la Cinemateca Distrital. Cuando la inspiración llega, el hambre por el arte se hace incontenible.

Hay otro momento de imaginación y creatividad. Es esta noche de cansancio y estrellas de las que salen otras ideas. Aunque sea de otro tipo, las palabras fluyen sin tapujos, y la quietud de una ciudad dormida brindan cobijo al sonido del teclado y el lienzo virtual que tanto me ha gustado. El sueño me domina, y es así, cuando las letras se me empiezan a nublar por el abatimiento, cuando soy sincero y me exploro con facilidad. Mañana será otro día, otras historias desde la ducha, otro sueño sin memoria, otra rutina sin resaltos, otro día normal. Quedan las palabras, las ideas, las fotografías del día en mi cabeza: Esos niños jugando en el parque llenos de barro y cansados con una pelota desinflada y una sonrisa que atravesaba el rostro, ese perro fiel que buscaba entre los desperdicios algo de comer para su amo, la cara de una niña tomando su biberón con parsimonia. En fin, pocas cosas que hacen esbozar una sonrisa y le dan calor al alma. Son estos los espacios que me inspiran y me permiten continuar en un mundo descabellado y sin sabor.

sábado, 12 de enero de 2008

Tu

Maldita sea el romanticismo de mi corazón. Hay días que me bombardeo con anhelos infundados, y todos los días me pregunto como sería despertar al lado tuyo. Aún no tienes nombre, no tienes cuerpo, pero siempre tengo en mi mente presente tu silueta. Una silueta simple, poco complicada, tierna y femenina, que me sonríe sin cesar. Son emociones los que busco, son historias lo que quiero recordar. Quiero dejar de caminar el centro sólo, quiero dejar de componer sin musa. Me atormento pensando en que tal vez alguna vez me he cruzado con tu perfume y no lo he reconocido. Qué pasa si eras aquella chica tomando un capuccino y fumando un cigarrillo en una mesa del café que tanto me gusta. Te dejé ir porque sí, porque yo estaba en otra mesa escribiendo una canción sobre tí, y porque demasiadas películas me han hecho creer que me atacará una taquicardia cuando tu aura se ponga en contacto con la mía. Son cosas que no puedo evitar, y observo cada mujer bella que cruza la calle esperando que entre en el molde. Pero claro, nadie conoce a nadie en la calle, demasiada desconfianza en la sociedad, y tampoco es mi estilo ese, pero la soledad hace que tu mente vuele sin rumbo. Un corazón vagabundo sería más inteligente, pero me tocó uno frágil y con ganas de ser destruido sin anestesia. Quisiera al menos tener la certeza de que existes, de que vives en algún lugar y que me esperas. Tal vez haces igual que yo, y estás atenta en el Mambo, o en el Parque, o en el Museo, o en la Cinemateca, o tal vez soy yo el único idiota que cree que existe alguien ideal como tú sólo para mí. Hay que reconocer que para crear una conexión no son suficientes las miradas, pero por alguna razón esperaba que tuvieras tu la iniciativa. Mis fracasos por encontrarte ya son varios, y la silueta es especial, es sólo para tí. Sólo tu me responderás la pregunta Cortázar con Rayuela, sólo tú sabrás de donde viene el Here´s for looking at you kid, sólo tú se aguantará el ruido de mis ensayos con la banda. Antes la silueta era menos flexible... era Rashomon y Akira Kurosawa, pero me doy cuenta de que no puedo esperar algo tan específico de nadie. Debería dejar de anhelar respuestas, y encontrar una candidata para poco a poco acomodarla en el molde. La realidad es triste, y mis puertas se cierran. Tengo que cambiar de círculos, tengo que dejar de lado todo lo que he hecho porque nada ha funcionado.
Te espero, te busco, te necesito como pocas veces. La soledad funciona hasta que miras la luna y no tienes con quien compartirla. Por ahora dejaré de buscarte, esperando que seamos algo natural sin necesidad de forzarlo. Un gesto, una señal, un comentario será suficiente para reconocerte. Maldito sea el romanticismo de mi corazón.

viernes, 11 de enero de 2008

La neblina empezaba a tomar forma por las calles desiertas de la ciudad en la madrugada. Miraba hacia atrás y solo el roce entre mis ropas parecía seguirme. La noche era fría, solitaria, tenebrosa, y sólo en ese momento parecía que era libre. Veía hacia el cielo, y las pocas estrellas que sobrevivían al filtro de las luces citadinas me llenaban los ojos de sentido místico. Tenía los ojos más abiertos que de costumbre, y me sentía alto, grande e insignificante. 

miércoles, 9 de enero de 2008

日本語のポスト

本当です。私は日本語が話せます
もう、3年ぐらい勉強していました。大変だったけど日本へ勉強しに行きたいですからがんばります。寝むいから、今度つつけません。。。でも、日本人と話したい、このちさいポストを書きたかった、コロンビアの中に誰と話す人があいませんから。
そうして。。。みんな。。。。よろしく

domingo, 6 de enero de 2008

Zapatos

No puedo evitar concluir cosas de lo que veo y hay algo que quiero escribir que siempre he tenido claro desde hace mucho tiempo en mi cabeza. He llegado a la conclusión, después de mucha observación y exploración empírica, que puedes hacerte una muy buen idea del contexto de una persona cuando miras sus zapatos. Si, dime como son tus zapatos y te diré quien eres.

Aunque suene descabellado y poco serio, es mi pequeña y secreta costumbre observar los zapatos de los desconocidos cuando me siento en la última silla del autobús (porque no me logro acomodar en otro lugar). Después de tanto observar como yo, es evidente lo concluyente que puede resultar el experimento. Sólo los hombres mayores de 40 años utilizan zapatos de cuero con suela de madera. Cuando me encuentro con personas así, es evidente que se trata de un sujeto a quién le han enseñado el valor de los zapatos que hechos a mano por un talabartero tienen. Generalmente llevan pantalón de paño y un saco formal. Peinado corto y el típico semblante de un fuerte trabajador de empresa. Típico padre en sus casi 50 años que no pueden salir a la calle con ropa informal.
Hay que tener un ojo más clínico para juzgar el calzado deportivo. Cuando se trata de marcas importadas hay varios tipos: por un lado los que utilizan Nike air y se la pasan en sudadera y camiseta de algún equipo del extranjero, fanáticos del deporte, o simplemente personajes sin trascendencia y dinero para darse el lujo, o sujetos con zapatos más estilizados y ropa de marca que viven bien gracias al sudor de sus padres. El hombre común y el estudiante universitario poco popular utiliza zapatos de marca nacional. Cierto es que la marca puede decirte el estrato social, y la forma de peinarse confirma las sospechas, pero del cabello hablaré en otra ocasión. No hay que olvidar los tenis blancos de las enfermeras, y las zapatillas de cuero de las ancianas. Entre más brillo tienen los zapatos gracias al betún, más edad tienen los portadores. La pulcridad y la formalidad son características típicas de las generaciones más antiguas, y los zapatos no se escapan a esa situación.

Las mujeres son diferentes. Para combinar con el vestido de trabajo, las secretarias y trabajadoras de oficinas y bancos siempre tienen un uniforme de color que combina con sus zapatos de tacón. Las doctoras suelen llevar en cambio zapatos deportivos cómodos. Gente alternativa llevan diseños distintos, y las mujeres más jóvenes con algún sentido de diseño llevan zapatillas de valet. Yo utilizo Converse tooodo el tiempo, y supongo que es parte de mi identidad: Converse y mochila. También hay estilos especiales para Metaleros, Emos, y Raperos, y son las que hacen parte del estereotipo de cada corriente. Las mujeres que utilizan tenis casi siempre utilizan jeans, un buso y el cabello sin demasiada preparación, y las mujeres que utilizan botas de gamuza suelen saber arrastrar las miradas de los transeuntes. Zapatos de trabajo desvencijados caracterizan al obrero, apaches diáfanos al celador, bota brillante al militar.

Estas conclusiones son inevitables para alguien a quien le gusta explorar el interior de los comportamientos sociales y busca sin descanso una mente similar. Ahora que releo mi comentario me da algo de pena lo trivial y científico que suena todo el asunto, y tal vez la verdad sea que no tengo para donde mirar desde donde me siento en el autobús. Sea como sea debía escribirlo y esperar levantar alguna risa o ademán por descubrir el agua tibia. Comentario sin trascendencia, para variar.

sábado, 5 de enero de 2008

Modelo

No puedo evitar ser un romántico empedernido. Una amiga me ha dicho que está comprometida, y se me ha disparado de nuevo el anhelo por conseguir un amor de verano para sobrellevar la falta de motivación del día a día. Sin embargo, ahora el anhelo tiene una silueta, y esa imagen borrosa y poco definida que representaba mi mujer ideal, tiene un modelo en algún lugar.

Al principio no le dí trascendencia a su presencia. Entré a un restaurante y estaba sentada en una de las primeras mesas a la izquierda de la entrada del lugar. Desde que había llegado a Pereira, el sol se había apoderado de las tardes y el clima era el ideal para un sujeto acostumbrado al frío de la capital como yo. Era la hora del almuerzo y el lugar estaba abarrotado de gente, por lo que tuve que esperar un tiempo para obtener un lugar. Al observar la gente que comía no pude evitar fijarme en una mesa donde una mujer con una blusa violeta se sentaba de espaldas a mí. Hay algo en el violeta que siempre llama mi atención cuando está sobre una mujer, pero también pude percibir que su cabello era diferente al típico cabello de la mujer pereirana. Parecía fuera de lugar, en otro contexto, de otra región, y me recordaba las mujeres rockeras que sólo se ven en la capital, y el tipo de persona alternativa que me llama la atención. Estaba con su familia, y yo con la mía, y me senté en a dos mesas de distancia de ella. Le pude observar el rostro, y era un rostro que confirmaba mis primeras impresiones. Utilizaba lentes, pero los blandía con gracia, con delicadeza y actitud. No sé como describirlo, pero nuestras miradas eran cómplices. En otra situación, en un bar, en un lugar más íntimo seguramente me habría acercado a hablarle, pero en pleno restaurante popular y con nuestros padres en la escena la situación era para olvidarla. Sin embargo cruzamos miradas. No, no las cruzamos, pero sabíamos que el uno miraba al otro mientras se centraba la atención en la mesa. No podría descifrar su edad, tal vez era bastante más joven que yo, pero poseía ese porte que solo una mujer completamente madura puede tener. Era una combinación ideal, la mujer ideal, belleza e inteligencia en una sola alma. Al terminar el almuerzo salí con paciencia de último del local, sólo con la intención de recordarla con detalles en mis recuerdos. Ahora tengo un molde, ahora tengo una idea, ahora creo que sé cómo quiero que sea. La silueta toma forma y es una simple instantánea de un momento extraño y sin trascendencia. 

The Police

Pasó demasiado tiempo para que me diera cuenta de lo avanzado que era para su época una banda de este estilo. Ahora quisiera poder tener los medios para asistir al concierto de reencuentro en cualquier parte del mundo. Así que aquí está .. otro post con videos para recordar y deleitarse con fino manjar. Los videos no tenían al más brillante creativo y al más técnico director, pero vale la pena tomarse unos minutos y detallar la calidez de la música.

Esta es mi favorita lejos.... Message in a bottle.




Nada como la versión original del clásico Roxanne



Every Breath You Take


Y claro, el pegajoso Do Do Do, Da Da Da

Paso del Tiempo

El tiempo de descanso pasa, y no he descansado nada. El trabajo con mi padre hace que el horario de oficina se fusione con la hora de la cena y paso las noches en la misma rutina de la que quiero escapar. Algo bueno ha salido de esto, y es que ahora estoy completamente convencido de que nunca me encerraré a trabajar en una oficina y quiero ser mi propio jefe. Trabajo porque me dieron un computador portátil y debo retribuir de alguna forma la inversión. Tenía intenciones de hacerlo, pero en un lugar lejos de casa, donde pudiera conocer gente nueva. Todo lo contrario ha sucedido, y con un jefe tan estricto, las cosas se complican y no tengo ningún lugar para guarecerme más que un par de audífonos y mi música saliendo de ellos. Ahora creo que es cuestión de aguante y templanza. Simplemente no soporto que me den órdenes y me limiten mis acciones, pero debo soportarlo por unas semanas más: por primera vez en mucho tiempo ansío regresar a la universidad.


He pensado mucho en mi futuro en estos días. Me he dado cuenta tarde de que mi corazón no soportaría un oficio como el que estudio, aunque soy bastante bueno en él. La creatividad queda sin explotar, y los gritos internos son fuertes. Siempre músico de corazón, baterista, saxofonista, y ahora vocalista, parece imposible descifrar con conocerme un poco el camino académico que seguí. Ahora busco tomar algunas materias de Diseño para sentirme mejor con estas nuevas conclusiones, probablemente hasta aplique para hacer un doble programa. La vida de free lancer es dura, pero libre e independiente, más como mi forma de ser. De todas formas, aparentemente sólo los estudiantes de diseño tienen como costumbre visitar el museo de arte moderno que me fascina, y he pensado que tal vez así encuentre gente con gusto afines a los míos, aunque es mejor que mantenga bajas las esperanzas.