martes, 3 de enero de 2012

Moca

Pensó en la palabra hedonismo mientras sorbía un trago más de un mocaccino. El lugar era un café al aire libre diseñado para que el extranjero y el ejecutivo sintiera que en Bogotá el producto de los cafetales se toma con clase. Imaginaba que tendría que sentirse culpable por sentirse a gusto en un lugar que rayaba con lo esnob: sillas de mimbre beige, ocre y café, calentadores de gas, piso de madera, y esa placentera música de ascensor compuesta por jazz ligero, música del mundo y cualquier easy listening latino. Todo lo contrario, no se sentía culpable sino muy comfortable con una cálida sensación de pertenencia. "No creo que sea esnob, pero definitivamente soy un proyecto de hedonismo".