viernes, 18 de enero de 2008

El día después

No estoy completamente borracho, pero cierto es que mis habilidades motrices están bastante débiles. Con sorpresa me doy cuenta de que la habilidad de digitación de mis manos no se ha perdido, seguramente son ellas mismas las que recuerdan las posiciones de las teclas sin necesidad de pedir consentimiento a mi deslucido cerebro con sinapsis lenta. De todas formas el primer impulso al llegar a casa fue escribir en este estado endeble para recordar con algún nivel de detalle los sucesos que han sucedido hoy.


Ayer fue mi cumpleaños, así que hoy viernes mis amigos han decidido emborracharme en honor a mi nacimiento. La verdad no me molesta, pero cierto es que lo han intentado comprándome una cerveza alemana especial y negra que me gustó bastante. No sé si debería resumir esta noche en pocas palabras, pero si borracho quiero escribir es porque seguramente en lo más sincero de mi corazón la escritura es una necesidad. La noche empezó tibia, frío fue el clima, y esperé en el lugar de encuentro de la mayoría de los habitantes de la ciudad nocturna de mi generación. Se trata de un centro comercial, cerca de la zona de la rumba más exclusiva, donde todos los jóvenes de todas las filosofías se reunen. Es la central del punk bogotano de alto presupuesto, y también es el lugar de encuentro de muchas personas que buscan un estilo de noche más alternativo. Se encuentra cerca de un lugar al que llaman la zona T, donde los personajes con mucho dinero se dedican a adorar a Baco. La verdad es que debido a estos últimos días de trabajo contaba con algún efectivo, así que cuando surgió la idea de ir por la zona no lo dudé demasiado. 

Fue bastante impresionante darse cuenta de que la mayoría de los lugares que frecuento se encontraban atiborrados de gente, y mientras tomaba mi cerveza negra, caminamos sin rumbo definido para encontrar un lugar para pasar la noche. Después de esperar unos turnos en un lugar especial, terminamos tomando más cerveza. Recuerdo que sonó música de The Police y de Weezer, con lo cuál me sentía bastante bien. Después de otro trayecto en busca de un lugar con más ambiente, terminamos en un lugar bastante underground con un ambiente propicio para sujetos con el rock en las venas como los que estábamos reunidos. Sin embargo, el valor de las bebidas nos hizo salir despavoridos por la puerta principal. El detalle único consistía en que todo el techo estaba cubierto de espejos, por lo que en el fondo se podría recordar otro tipo de lugar con poca reputación.

Terminamos en uno de mis lugares favoritos y también de los de mayor costo. Allí, tal vez con el valor que unas cuantas cervezas en mi cabeza me brindan, he invitado a un grupo de niñas que tomaban solas para que nos acompañaran a tomar un trago. Ahora que lo pienso, la velada hubiese terminado bastante aburrida si no hubiera tomado la iniciativa en ese momento, pero fue tan espontáneo que no sé si fue el final que necesitaba la noche. En fin, he conocido a una persona de la cuál sinceramente no recuerdo el nombre. Si... era Diana, ahora lo recuerdo, y no era la mujer con mejor figura del lugar. Sin embargo era bastante alternativa. 

Hablando con ella me enteré de su vida algo rebelde y de los nueve piercings que llegó a poseer, además del tatuaje que no llegué a observar. Le gustan las lagartijas y el fútbol, cosas que le fascinan a cualquier hombre con masculinidad. Hablamos de cosas sin trascendencia, pero también hablamos del hecho de que sus planes originales eran de estudiar cine en lugar de derecho, y de que mi plan es estudiar música después de terminar la carrera. En fin, sería una candidata ideal para un sujeto alternativo como yo, pero por alguna razón, al terminar de hablar con ellas y encontrarme sólo con mis amigos empecé a maldecir mi suerte por la poca belleza de la mujer que había platicado conmigo por la media hora que logramos compartir. No sé si los tragos que traigo encima son los que generaron el repudio por esa persona de corazón rebelde similar al mío, pero la verdad es que en medio de mis amistades empecé a burlarme de las ilusiones que pudiesen conseguir de un escenario como el que se presentó. Ella me pidió el teléfono con la promesa de llamarme para continuar la conversación, y una parte de mí dudó al entregarle la llave de acceso a mi voz. Soy superficial y eso me mortifica en un espacio libre como este diario de ilusiones vacías, y el anhelo que llevo por dentro parece ser contradictorio con una mentalidad materialista como la que mostré esta noche. Tal vez no llame, y en siempre me preguntaré por lo que pudo haber sido y no fue, y por lo que dejé ir por presión social sin sentido. No he escrito detalles que no vaya a recordar mañana, pero igualmente, amanecerá y veremos.

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