jueves, 17 de enero de 2008

Incoherencias varias

¿Como conciliar el sueño cuando tu cabeza le da vueltas y vueltas a ideas sin sentido ni dirección? Mi cabeza se llena de dilemas que no tienen consistencia, ideales que parecen intrascendentes. Incongruencias que me desvelan sin razón aparente.

El hombre de la multitud de Poe siempre me pareció una narración impresionantemente certera. Creo que soy de los pocos sujetos que observan los rostros de las personas que caminan hacia mí en la acera. En el fondo creo que espero encontrar a alguien que me devuelva la mirada de alguna forma especial y genere alguna energía que reconoceré, y algunas veces lo hago solo por saber cuantas personas son capaces de mirarme a los ojos sin bajar la vista por dos segundos. De cualquier forma, camino y observo a la vez, y me pierdo entre las masas con mi mente lejana. Siempre he pensado que no pertenezco a ningún lugar, y tal vez la soledad y el anonimato que me brindan estas caminatas son el espacio que busco. Cuando me adentro en la ciudad, escuchando música tal vez, o simplemente observando el cielo y las edificaciones, mis pensamientos se diseminan sin obstrucciones y puedo hacer lo que quiera sin esperar alguna consecuencia que solo en un círculo social se pueda presentar. Es descubrir el agua tibia, puede que sí, la soledad le brinda espacio a la individualidad, pero por alguna razón que parece común a toda mi generación, la soledad también me aterra. Esa atmósfera de ermitaño que parece estoy creando a mi alrededor no parece demasiado prometedora.
He visto una historia donde una mujer está cansada de una vida común y corriente, y prefería estar sola a perder el tiempo con personajes comunes y corrientes, dentro de situaciones comunes y corrientes, en lugares comunes y corrientes. Ella quería conocer alienígenas, viajeros del tiempo y médiums. Después de observar por un rato me dí cuenta de que la vida humana puede ser bastante aburrida si lo que buscas es acción. Ese nivel de excitación en la historia es responsabilidad del que la escribe, y aparentemente yo prefiero caminar por ahí sin razón más que husmear en los letreros de las fachadas de los edificios, buscando aún ese café que me brinde algún sentido de pertenencia para convertirlo en mi escondite. Si, aburrido de un lado, el lado que más me gusta. El otro lado es charlatán, y hablador. Cada vez me doy cuenta de la mezcla tan extraña que soy, pero me preocupa también que sea tantas cosas a la vez pero ninguna después de todo. Incoherencias varias que solo se vuelven constructivas cuando las vuelves a leer. Músico, científico, pensador, creativo, romántico... tal vez ninguno, tal vez los dilemas de los que hablo no son más que palabras colocadas al asar para no perder la costumbre de escribir. La falta de identidad puede consumirme en momentos como este, la necesidad de pertenencia aparece y no tengo mucho de que aferrarme. Soy fuerte mentalmente, pero las ideas siempre terminan llegando de una u otra forma al mismo punto. El punto de convergencia, la búsqueda de sentido, la necesidad de identidad, la definición de individuo. Debo detenerme, el sueño no es el mejor amigo de la escritura, y la falta de continuidad aparece. 

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