lunes, 22 de octubre de 2007

Ella, La Anhelante

Cuando la veo venir a la distancia siempre intento mirarla directo a los ojos. Sin bajar la vista espero que ella haga el saludo y le respondo con una sonrisa. No tengo ningún interés en particular, pero tengo una intensa curiosidad en su forma de ser, y en su forma de hacer contacto. Hace que la llamen igual a la luz, y se escribe con el sol y la luna. Desde que la conocí me pareció interesante, tal vez exótica, pero no tengo certeza de lo que quiero encontrar. Ella tiene en la mirada el deseo de encontrar a alguien, pero la tortura de saberse dentro de un mundo que es naturalmente aislado se divisa dentro de esos ojos negros bien abiertos y atentos. Es eso mismo que muchas veces siento, pero con ella se nota en el aire, y mi reflejo en su mirar me toca el psicólogo interior.

Quiero hablar con ella y sacarla a mirar el mundo. Mostrarle que la vida no es la que observa en su pantalla, y que se mueve en los círculos que no debe. Es un caso como el mío, un sujeto enredado en sus propios pensamientos, pero en un desierto más infame. Quiero enseñarle el camino para no tener que encerrarse en su cuarto todo el día y sólo salir por un par de clases que no le interesan demasiado. Sacarle un pensamiento profundo sin necesidad de una carcajada para bajarle la seriedad. Por ahora su mirada es la de una mujer anhelante. Si, anhelante. Me recuerda lo que era yo mismo en una época, y ella siempre atenta. Espera que a la vuelta de la esquina se cruce con el hombre que le hable de los mismos intereses que ella, pero con un pie en la realidad que le permite moverse sin reparos en la sociedad.

Sólo nos une las clases de un lenguaje que pocos entienden, y esa mirada que ya no puedo descifrar por completo. Cuando nos encontramos por la calle, siempre está con el mismo tipo con cara de estar enamorado de ella que me mira con desprecio. No pienso quitársela, pero algún día la sacaré de ese mundo. Tal vez sólo necesita un buen tipo con una mente más abierta, y tengo varios amigos que serían buenos candidatos. Una cerveza debe ser algo ajeno a su vida, pero desearía mostrarle la forma trivial con la que aproximo la situación. Ojos de anhelo, ojos atentos, ojos desesperados, ojos examinadores. Una vida diferente, aislada y rodeada de inadaptados. Es falta de adaptación la que sufre, eso de lo que parece me sobra. Ella no sabe que la entiendo, que le mostraría cosas, que no necesita tener un círculo tan cerrado, y que no traiciona sus principios al hablar con alguien fuera del círculo.

Debido a sus intereses, siempre está rodeado de hombres, porque la participación femenina en sus actividades es bastante reducida. Y los hombres suelen enamorarse fácil, y ella parece rodiada de esos hombres enamoradizos. Quiero rescatarla, pero no sé como abordarla, tanto que creo que me equivoqué y le mandé la dirección de este diario, aunque tal vez con eso sea suficiente para que busque mi amistad. Alonso Llosa sabe de un par de cosas, y no sabe muchas más, pero conoce lo que es estar aislado en su mundo sin demasiadas elecciones. El secreto está en abrir la ventana y mirar afuera, mirar las nubes, mirar la luna.

Tan loquero como amigo, espero me encuentres querida anhelante. Espero estés buscando. Espero la pista sea suficiente. Llevo una vida relajada, y espero contagiarte la tontería. Tengo esa manía de querer arreglar los problemas ajenos, y necesitas quien te abra la ventana, porque tus ojos siempre han querido ver afuera. Ojalá encuentres el camino. Ojalá encuentres tu destino.

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