lunes, 8 de octubre de 2007

Caminando por el Centro

Hoy decidí escaparme toda la mañana para caminar por el centro de la ciudad. Se suponía que debía encontrarme con compañeros para realizar un trabajo, pero decidí tomar el bus y pasear la ciudad, así que hoy terminé como el sujeto observador que pocas veces tiene la oportunidad de brindarse espacio.
Siempre le he tenido cierta mística al centro. Tal vez es porque años de crianza atemorizada me infundieron la creencia del peligro latente, o porque las altas concentraciones de gente hacen más notorios los contrastes. Es un lugar pintoresco, donde las arquitectura antigua se funde con el exceso de publicidad amateur de comercios informales. La historia de un país reposa sobre los cimientos de la zona, pero supongo que para que pueda continuar el ritmo de la sociedad actual la historia debe ser ignorada. Fue un día de lluvia, uno de los peores del últimos mes, especial para caminatas solitarias. San Victorino, la zona del comercio popular y del contrabando apareció primero, con los anunciantes en las puertas de los negocios con micrófonos y parlantes a todo volumen intentando llamar la atención a fuerza de notoriedad sonora. Chaquetas, celulares, cigarrerías, lechona, todo parece estar en su sitio, y la plaza es la misma plaza de cualquier pueblo del país, pero camuflada entre el transporte masivo y toneladas de asfalto, matizado por los sonidos del tráfico congestionado con el color que sólo los años de smog le brindan a los edificios más antiguos. Caminé en el sentido de los cerros, al oeste, cerca al capitolio, y me quedé mirando fascinado los lugares donde la gente se refugia de la lluvia. Cualquier lugar parece adecuado, y es cuando es evidente que en Bogotá todos los mostradores tienen paraguas a la venta.
Andube por cafés, ministerios, plazas, locales de artesanías, sin rumbo especial, regresando en mis propios pasos, con el paraguas en la mano y mi mente en las calles estrechas y pedestales con personajes desconocidos. Me desilucionó el hecho de que la presencia de universidades trajera consigo el de jóvenes de revistas y moda que también soporto en mi universidad, pero eso también enaltece la policulturalidad de lo verdaderamente urbano, si tal palabra tiene un significado real.
Como siempre observé a las personas caminar, intentando encontrar a alguien que luciera algo introspectivo. No encontré a nadie con la mirada trascendental que imaginaba y disfruté comer solo en un restaurante grande en medio de la lluvia. Pensaba que me toparía con cafés de bohemia en cada esquina, pero más bien fue todo lo contrario y las cosas de las clases más populares están en cada esquina. Sin embargo, el hecho de no encontrar ese mundo intelectual imaginario del que quiero ser parte no evitó que esbozara una sonrisa en mi rostro al tener que volver a la rutina del lunes. Me dí cuenta de que las personas que viven en este pueblo grande se pueden tomar la vida relajademente del mismo modo que yo defiendo pero sin preocuparse por tener una educación en filosofía, literatura o artes. Disfrutan de cosas más simples como una buena promoción o una serenata tradicional. La cantina es tan válida como el pub, y no soy mejor por tener tres idiomas y medio en mi currículo. Una lección de humildad y de ciudad, que terminó con un joven cantando Andrés Calamaro en el bus. Buen día de ciudad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué canción de Calamaro era? Hy diferencias,q uerido amigo. Enhorabuena por tu blog.

Alonso Llosa dijo...

Se trataba de Crímenes Perfectos. No es algo poco común toparse con estos conciertos ambulantes unplugged en horas de congestión vehicular.

elgrancreeper dijo...

"Sin embargo, el hecho de no encontrar ese mundo intelectual imaginario del que quiero ser parte no evitó que esbozara una sonrisa en mi rostro al tener que volver a la rutina del lunes."

Es que, hay que buscarlo?, todo nace y luego se hace de la proyección que tu tengas, cuando realmente creas que ese mundo intelectual ya existe en ti, algo solitario pero que vá, es un mundo al fin y al cabo, podrás ver que tienes a tu alrededor, y creo que realmente te sorprenderás.