sábado, 18 de octubre de 2008

El Baile

Bajo el efecto del ron, su peor enemigo, el lugar le parecía un universo completamente distinto. Mesas con manteles blancos y adornos centrales elegantes de flores costosas, sillas forradas con cintas, meseros vestidos con uniformes blancos y guantes, una pista de baile de madera perfectamente pulida para la ocasión. Era un baile en un club de gente con mucho dinero después de todo. La sala era grande, con techos altos forrados de tela trenzada, la primera vez que veía tal cosa en su vida, y un impecable tapete rojo en la zona de descanso. El lugar estaba iluminado por unas lámparas particulares: esferas de alambres cubiertas por tela blanca que hacían recordar pequeñas lunas por toda la bóveda celeste.
Su traje fue mandado a hacer con el amigo de la familia de toda la vida, y su camisa era la única camisa que tenía (porque simplemente odia ponerse camisas). Los zapatos eran viejos y económicos, y no tuvo tiempo de pasarles betún, por lo que eran opacos y nada especiales. Su corbata era negra, al menos se había salido con la suya al poder elegir el color, pero el resto de cosas a su alrededor le eran demasiado ajenas, demasiado exótico, tal vez inalcanzable en cierto punto. "Too fancy for me" fue lo que le nació a decirle a su hermana cuando le alcanzó una copa de champaña. 
En un momento de la noche le pareció que volvía a los tiempos del colegio. En esa época nunca fue demasiado extrovertido, y en parte se mostró así porque sabía que su familia no contaba con las facilidades económicas que tenían la mayoría sus compañeros. Estudió en un colegio donde todos vivían en el norte, cuando vivir en el norte significaba tener dinero en abundancia. Él, en cambio, tenía que despertarse a las cinco de la mañana para lograr atravesar la ciudad a tiempo para la formación del principio del día. Sus padres trabajaron duro para darle buena educación, y aunque cuando llegó a la universidad lo valoró mucho por la facilidad con la que aprendió a desenvolverse, a veces se preguntaba si no hubiese sido mejor haber tenido un contacto con gente en las mismas condiciones que él tenía. De todas maneras la mayoría de sus recuerdos fueron agradables, a pesar de una que otra frustración por no poder llevar su vida más allá del aula de clase. Sin embargo, esa fue la razón de menor peso para que en su vida de estudiante fuera un sujeto de pocos amigos. Por alguna razón que siempre quiso atribuirle a algún ente sobrenatural o un destino más grande que él, en el colegio llegó a tener el status de niño genio. Nunca fue un tipo estudioso, sino más bien vago y perezoso con los deberes, pero siempre era el más atento a las clases y el primero en entender las cosas, razón por la cual ejecutaba con rapidez asombrosa cualquier tarea a realizar. Era un colegio de hombres al norte de la ciudad, y se ganó el guiño de los profesores por su interés y aparente facilidad para entender las explicaciones: el estudiante ideal. Además, contaba con un especial don para hablar y escribir, que combinado con sus facilidades para las ciencias puras, terminaron por convertirlo en la esperanza de la institución. Si se agrega el hecho que era el músico del colegio, el saxofonista que representaba al colegio en los eventos culturales, no era de sorprenderse que le entregaran la placa a mejor bachiller cuando terminó los estudios, aunque él se sorprendió mucho cuando lo llamaron para entregárselo, tal vez porque a pesar de todo, nunca se creyó la gran cosa.

Bailó mientras la música fue buena, que fue casi toda la velada. El sólo gusto de moverse fue suficiente para que se olvidara de la falta de madurez de la cantidad de colegiales a su alrededor. Le daba gracia ver tantos sujetos sin el mínimo sentido del ritmo, pero no se le cruzó por la cabeza que alguna vez él tampoco tenía claro la forma correcta de hacerlo. Cantó todo lo que recordaba, y las personas que algo conocían de él se sorprendían que tuviera tantos conocimientos de la canción popular cuando casi siempre proyecta cierta xenofilia musical. Cuando llegó la tanda de la música que más domina, de los beats y los bajos intensos, sintió la falta de energía y la nostalgia por su lugar favorito, y a pesar de que quiso expresar su inconformismo, recordó que la mayoría de la gente que estaba a su alrededor no conocía el verdadero sentido de un lugar con buen ambiente.

Se sintió viejo. Podía ver muchas mujeres hermosas pero ninguna le llamaba demasiado la atención. Reconoció la belleza de más de un par de mujeres, salidas de alguna pantalla de televisión, pero al saber que eran muchachas que apenas van a conocer el mundo y no han formado un criterio propio tomaba otro poco de ron. No es que fuera demasiado mayor que ellas, 2 o 3 años máximo, pero su mente, al menos para él, está una década más allá. Las únicas mujeres que le gustaron, eran años mayor que él, una incluso era del profesorado, y al inspeccionarse desde afuera se dio cuenta que tiene un serio problema al creer que la madurez mental tiene algo que ver con la madurez corporal, y le pareció que era patético, aunque probablemente se mantendría así. Un par de sonrisas lo cautivaron, pero ninguna en especial le provocaron pensamientos de amor o de lujuria. Si en un lugar como este donde la gente es bonita y se empeña como nunca para lucir aún más bonita no podía observar algún vestigio de lo que busca, es porque no existe tal cosa. Al final de la fiesta, terminó hablando con sus viejos en una mesa y se sentía más cómodo ahí, con ellos, hablando de los precios elevados y la construcción del lugar que hablando con las niñas bien vestidas que bailaban ya sin zapatos.

La madrugada fue fresca y fría, la luna era grande y la caminata por el parqueadero del club le hizo comprobar que su hermana debía sentir la mismas frustraciones cuando sus amigas llegaban en carros lujosos y brillantes mientras que ellos subían al coche estrecho de siempre.

Al baile de su propia promoción no fue . Por un lado, encerrado en un colegio de hombres, y con una vida que consistía en colegio, conservatorio y apartamento, nunca pudo tener un mundo social muy amplio. El no tener pareja para ese momento era una situación deprimente. Él solía envidiar a todos aquellos que vivían en un conjunto cerrado, donde podían al menos tener contacto con los vecinos, conocer chicas, jugar fútbol. Por otro lado, nunca pudo haber reunido todo el dinero que significaba costear el evento. Conociendo su situación, dejó de lado la idea de asistir, y no apareció en la foto con corbata que la mayoría aun conserva.

Llegó a casa con ganas de escribir, con ganas de contarle a alguien, pero recordando que no tenía a quién contarle nada. Dejó que le ganara el sueño y el ron, y durmió hasta el atardecer del siguiente día. El baile significó un encuentro con su pasado, una ventana para rememorar las circunstancias que lo convirtieron en lo que es, y para mostrarle que a pesar de todo, no ha cambiado tanto como creía.

1 comentario:

Laura dijo...

Buuu no me llevaste... me sentí mucho muy identificada, y siempre planeamos vernos y no hacemos nada, y ya me haces falta, y abandoné el LAURÁ, no sé qué escribir, ya no es una necesidad :S pero tengo muchas cosas que contarte y tu tienes muchas que contarme y si un día tienes tiempito y nadie con quien hablar creo que tienes mi cel, si no me dejas coment y te lo mando. Beso.