miércoles, 1 de octubre de 2008

Borroso

Tantas cosas tenía en mente por escribir que terminé por no escribir nada. Cada tarde llegaba a mirar el espacio en blanco y buscaba el inicio perfecto para tener la narración perfecta, el párrafo ideal, la frase memorable. Nada surgió, y ahora que debería aprovechar el tiempo para adelantar deberes es que me pongo a escribir de nada en particular.
Muchas cosas han pasado por mi desordenada cabeza en los últimos días. Siempre he sabido que soy demasiado maduro para mi edad, pero poco a poco he descubierto que además de eso, es cierto que he madurado, al menos en una pequeña medida. Hay cosas que me hacen sentir viejo, o al menos de una generación pasada, sobre todo cuando descubro la ligereza del pensamiento de los nuevos adolescentes. Entre rock sin sabor y ritmos isleños denigrantes, creen vivir en un cuento de hadas. Solo escribir eso me hace sentir viejo, pero no puedo evitar cierta sorpresa al escuchar comentarios sobre situaciones serias.... en fin... eso es lo que menos me ha pasado por la cabeza, son solo esos momentos donde una imagen estúpida es difícil de borrar de la memoria.
Que uno encuentre la verdadera vocación al llegar a la recta final de la carrera es una cosa cruel. No vale la pena dejar todo tirado, simplemente me adapto, porque tampoco me disgusta las cosas que tengo que hacer, pero es cierto que me gustaría sentirme apasionado todos los días, y ese tipo de éxtasis está ausente de mi rutina. Terminaré claro, y después que logre cierta independencia económica haré con mi vida lo que quiera, al menos esa es la idea. Solo quisiera poder regresar en el pasado y decirle a ese tonto que escogió sin demasiada convicción y más por descarte que por amor al oficio que uno es lo que hace, y que es mejor ser pobre y feliz, y que la elección debe hacerse basado en lo que más apasiona y no en lo que se es habilidoso. 
Sin embargo la vocación no es una cosa que tenga delineada. Sólo se que es todo lo opuesto a lo que hago, y lidiar con la ausencia de ciertas cosas es complicado. Quiero ser muchas cosas y me doy cuenta que no he terminado de ser nada todavía. Una vez fui más músico que otra cosa, pero ahora lo soy a medias, no leo tanto como quisiera leer, no escribo tanto como quisiera escribir, no camino tanto como un flaneur debe caminar, no observo tanto como debería observar. La conclusión es que no soy nada por completo, soy una suma de demasiadas cosas poco definidas, y no me puedo clasificar como nada porque no he terminado de componer nada. Así que veo al futuro y no veo mucho, y me gusta así, aunque pueda que termine de mala forma. Tengo un par de certezas, como que me quiero pagar el curso de fotografía, como que quiero vivir en el centro, como que algún día tendré una vida en Europa, como que caminaré las calles parisinas que recorría Horacio en Rayuela, como que nunca dejaré de hacer música, como que alguna vez utilizaré todo el japonés que he aprendido. Pero eso es todo, son cosas borrosas en el futuro, no me imagino en ningún lugar, en ningún trabajo. Es irónico que someterse a la rutina de un trabajo sea la única forma de comprarse la libertad, y la verdad es que siempre seremos esclavos de algo o alguien. Conseguir la libertad no es tan fácil.

Poco a poco la gente a mi alrededor se da cuenta que soy más un pensador que un incauto robot de carne y hueso que hace las cosas mecánicamente. A pesar que aprecio mucho a mis amigos, es imposible ocultar que hay demasiadas cosas que con ellos no puedo explorar. La lealtad hace que mi conciencia me atormente cada vez que me cruza la idea de cambiar de amigos, pero una parte mía lo necesita, y es así que me di cuenta que no es una cosa fácil. Con los años es más difícil lograr nuevas amistades tan fuertes como las que he llegado a tener, y empezar a conocer a gente de cero sin tener una persona conocida en la mitad es una tarea meticulosa.

Llevé a un par de amigas a los lugares que más me estimulan la mente. La velada terminó con los tres tomando vino en algún lugar de la Candelaria donde ponían son cubano. "Lástima, este tipo de vida no está acorde con lo que hacemos". Los retorcijones de mis entrañas me cambiaron la mueca. Era una frase sincera, no podía hacer nada para argumentar lo contrario, no es algo que se pueda debatir, no puedo fingir ceguera a algo que siempre sé pero que no me gusta admitir, pero es cierto que en el fondo sé que no pertenezco, que estoy sometido a un mundo que nubla el pensamiento.

Si son ciertas las probabilidades, y el mundo se va acabar cuando los científicos reunidos entre Suiza y Francia activen el gran acelerador de partículas (reuniendo suficiente materia oscura para crear un agujero negro) en los próximos meses, habré desaparecido sin haberme sentido enamorado. Si son ciertos los rumores, alcanzaré a ver a Calamaro en vivo y luego todo terminará, y tener un mes para hacer algo al respecto me hace ya dejar de lado la idea de siquiera intentarlo. Supongo que no es para todos.

Terminé la práctica social, en una emotiva charla entre las personas involucradas en el proceso. Ahora tengo una verdadera y renovada conciencia social, y las palabras "apostolado de la presencia" las llevaré conmigo para lo que me quede de vida. Probablemente pagaré los dos mil pesos extra que me representan ir hasta mi café desde la universidad para mantener el ritual de la lectura de los martes, así que tengo una mezcla entre nostalgia y tranquilidad por terminar la experiencia, no sería el mismo sin una dosis decente de cafeína en un buen lugar.

Volví a levantar las pesas que tenía debajo de la cama y se me entumieron los bíceps por toda la semana. A pesar de eso, me gusta mi cuerpo, y aunque estoy muy dejado en mi aspecto, a veces quisiera saber si los demás me ven tan bien como yo me lo creo a veces. 

Estoy leyendo a Virginia Woolf, y estoy encantado. 

Me hace falta el cine, ya no veo ánime, ya no leo manga, mi hermana y mis amigos geeks me lo recriminan todos los días.

Cancelaron NIN, pero la cantidad absurda de dinero que me gasté la semana de receso hace que REM y The Mars Volta queden en un tal vez. Han pasado tantos eventos en los que quise estar que ya la madre de mi falta de solvencia económica debe tener las orejas rojas.

Volví a tocar la batería después de una larga ausencia causada por el guitarrista de la banda, y fue renovador, una dosis de energía que necesitaba desde hace mucho tiempo.

El país se viene a pedazos, las instituciones colapsan, el capitalismo se tambalea, los niños sufren y los periodistas son unas fieras sin escrúpulos.

Más mensajes desde la esquina del purgatorio un día que no tenga que madrugar (también me hace falta bailar).

1 comentario:

Laura dijo...

Bonito viaje hacia adentro, hay ahí una carencia de un algo... pero sin darte cuenta estás viviendo una vida preciosa y hedonista, quejarte sería injusto pero a la vez totalmente justificado, vamos a bailar pues! a que te doy palo en la pista, habrá que ver, estoy de vuelta a tu radar, porfa no olvides que siempre habrá alguien aquí para compartir un buen café, hablar sobre algo más que circuitos o ir a mirar ropa (jejeje que sea un secreto), cuídate mucho y no desaparezcas (boté el cel así que tendrás que buscarme por cielo y tierra. Un abrazo.