lunes, 11 de febrero de 2008

Regreso

Hace un tiempo que no escribo. Hay varias razones por las que sucedió, y entre ellas el darme cuenta de que nadie me leía, aunque recuerdo bien que empecé este espacio sólo por el ejercicio de escribir. De todas formas no ha sido lo más importante, y la verdad es que he tenido tiempo para repensarme mi vida de muchas formas, por lo que de repente un post parecía una cosa del pasado o simplemente una etapa superada. Sin embargo ahora reaparezco, tal vez por necesidad o algo circunstancialmente, y las palabras fluyen sin reparos y con una sinceridad absoluta.

No sé si he cambiado. Los cambios bruscos se sienten, pero cuando la cosa ha sido paulatina la adaptación es progresiva y el cambio asimilado. De todas formas me siento distinto a como solía sentirme apenas unos meses atrás. Es impresionante lograr reconocerte en tus propias palabras, reconocer tu pasado, descubrirte como a un extraño y recordar el momento en el que esas palabras salían de tí. Si, definitivamente he cambiado, y ahora soy un hombre satisfecho por su actualidad y sin apuros en su accionar que le permiten llevar una vida sin pesadumbres y con suficiente cordura para sentir su alma tranquila. En todo esto tiene demasiado que ver la música y me sorprende. Recuerdo que el momento más depresivo de mi historia fue cuando dejé de hacer música, y ahora que estoy con un impulso de composición nunca antes visto mi mente vuela tranquila por la creatividad, y ahora siente que puedo hacer cualquier ritmo en la batería, y pasar horas y horas tocando con los ojos cerrados y olvidándome del mundo. Es una cosa seria mi relación con la música.
En fin, esa satisfacción de mantenerme musical me brinda una especie de visión externa de mi mundo especial. De algún modo tengo cierta seguridad de tener descifradas a todas las personas con las que convivo, y poseo ahora una fortaleza en mis decisiones que me permite liderar las actividades diarias alrededor mío. Suena enredado, no me siento mejor que nadie, pero si siento que puedo obtener una visualización global de todo lo que sucede a mi alrededor sin espantarme, y saber lo que tengo que hacer con cabeza fría. Todo esto a costa de que le he perdido interés a la situación académica, pero mucha prioridad a las personas que veo todos los días.
Toda esta seguridad desbordada quedó plasmada en el último viernes, donde tuve la fortaleza suficiente como para entrar a un lugar y sentarme en la barra solo a tomar cerveza y a escuchar música. Fue extraño saber que estaba allí por voluntad propia, no por estar afligido, o por no tener a quien me acompañara, sino simplemente porque quería, porque soy más individuo que nunca, porque estoy seguro de lo que soy aunque no lo pueda definir. Es extraño ver a alguien en la barra por cuenta propia, y es normal que la gente piense que se trata de alguien rechazado y sin voluntad, pero me sentía grande, poderoso, y de algún modo lograba descifrar las intrincadas tramas de las situaciones de las personas a mi alrededor. Era intuitivo, sistemático, y reconocía las intenciones de todas las personas que alcanzaba a divisar. Es una cosa mágica, sin igual, libre. 
Libre, si libre, esa era la palabra que buscaba para describir mis pensamientos. Solo me atan los ocios del mundo moderno, pero no limitan mi creatividad. Los tiempos son suficientes, mis amigos son suficientes. De repente veo que no necesito de una mujer con la urgencia que creía, y que son simples necesidades que la locura se va creando, para combatir la ansiedad y el encierro de la vida universitaria. Es gratificante escribir cuando no se sienten problemas, y espero poder leer esto y recordar que me sentí algún momento de la historia en plenitud y armonía con mis demonios internos.

No hay comentarios: