domingo, 24 de febrero de 2008

Encierro

Es interesante sacudir tus pensamientos para descubrir cosas nuevas que desconoces de ti mismo. Hay veces que me sorprendo de lo complicado que soy, y de lo trivial que aparento ser. Eso me atormenta: saber que mi interior está repleto de dilemas y trabas neuróticas cuando por fuera la gente me considera la persona más tranquila y pasiva para abordar las situaciones. Pero de nuevo, ¿de qué sirve mostrarse como un pensador cuando a tu alrededor no existe más que conformismo y desinterés en conocer lo que no es puesto ante nosotros? He experimentado por mucho tiempo esa sensación de no pertenecer a ningún lugar, y mis empresas por encontrar más personas que tengan algún pensamiento distante no han sido efectivas. Me encuentro con lo mismo por todo lugar, gente influenciable, sin criterio propio. No busco necesariamente una persona cultural, pero si un carácter firme que tenga la mente abierta y sepa apreciar las cosas más simples. Pido demasiado tal vez, lo cuál se combina con esa ceguera superficial que no supero y se transforma en una utopía inalcanzable. 
Soy el amigo del ambiente. El que sabe manipular las palabras y sabe burlarse de sí mismo. Poco a poco luché por perder el aire místico del académico, y ahora soy todo lo contrario y me burlo del exceso de conocimiento enciclopédico que admiraba de mis primeras historias de Julio Verne. Eso soy, el tipo que canta y baila, el que molesta en clase, el que se duerme en las clases, el que hace dibujitos en clase. Eso creen que soy. Soy el músico, pero eso es todo lo que saben, y no quiero mostrar lo complejo que puede llegar a ser escribir una pieza. Me muestro así, me muestro distinto a lo que escribo. Esa dualidad es extraña, tal vez es el sujeto divertido el que aparenta tener una mente profunda. Tal vez el que escribe no es el mismo que el que vive, el que respira. Tal vez Alonso Llosa es un simple álter-ego, y no un simple seudónimo. Tal vez ninguno es real, tal vez nada es real, tal vez es la simple expresión de la multiplicidad de mi personalidad. Pero ser tan diverso es confuso, y parece que solo escribo en momentos de confusión. Debo escribir una historia con sentido, debo hallar el storyboard de mi vida. Locura pasajera, el encierro no me conviene.

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