martes, 15 de mayo de 2012

Repente

De repente llega un punto en que miro las vitrinas de almacenes con maniquíes sin cabeza con camisa, pantalón y corbata. De repente dejo de ver tenis y pienso más en el cuero.

De repente me interesa limpiarme el rostro. Me compro un limpiador costoso y procuro que no me brille la piel.

De repente hago abdominales, cuido mi dieta, me miro al espejo buscando el crecimiento de mis músculos.

Pensar, de repente, que la vida de ermitaño es agobiante.

Extrañar, de repente, la dulce sensación de amanecer al lado de una mujer apoyada en tu pecho, jugando con tu pelo.

Sentir, de repente, la necesidad de zambullirme en la superficialidad. Y no sentirme mal al respecto.



De repente, querer dejar la locura.

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