martes, 11 de septiembre de 2007

El Juego

Todos juegan el juego. Aquellos que no se han dado cuenta son los espectadores del juego. Los jugadores saben cuando alguien sabe jugar. El juego es en lo único que piensan cuando tienen tiempo libre. Se arreglan para el juego, hablan del juego, se evaluan el rendimiento. Siempre están atentos a las nuevas jugadas, los jugadores se reunen, pero una de las reglas suele ser no hablar demasiado de tácticas de juego.
No soy un jugador activo. No he pasado de las primeras etapas del juego. No tuve necesidad de jugarlo desde hace tiempo, pero ahora estoy de vuelta, y un amigo que siempre fue espectador quiere tomar partido.
Parece ser que todo empieza con una mirada. Eso da una idea del nivel del contrincante. No importa de quien sea la primera mirada, si es correspondida, existe la posibilidad de que se inicie el baile. Ellas tienen la ventaja, incluso las más expertas saben que no necesitan devolver la mirada. Ellas miran para evaluar. Y sí, aunque suelan decir que no son superficiales, pueden mirarte por una vez y olvidarte para siempre. Suelen tener un filtro visual, y no se percatan de aquellos que no cumplen ciertos estándares mínimos de calidad. La crueldad de la selectividad femenina.
Yo, me quedo en esta fase, lo que sigue lo conozco sólo en teoría, pero mis aires de psicólogo sociólogo aficionado me hacen disfrutarla de sobremanera. Sólo soy un observador, miro el cielo y la luna, y las personas que no se ven entre sí. Puedes quedarte en un paradero de bus en el centro y verás ríos de personas pasar ante tí. Miles de almas con rumbo propio, pero sus ojos no se cruzan, y al llegar a casa no recordarás ninguna en especial. Por eso me gusta el juego en esta parte, las miradas son disparos de caracter, muchas cosas se pueden aprender.
Últimamente parece que hay más miradas postradas sobre mí. Pueden ser que mis casi 20 años tengan efectos y mi físico se note mejor. La altura parece ser una ventaja más, o el hecho de que cada vez parezco más hippie de otras épocas. Tal vez sólo es por utilizar una nueva chaqueta que va con el estilo de nuestros días. Incluso pueda ser lo contrastante que resulto en medio de mis compañeros de carrera que hacen fiel tributo al esterotipo del ingeniero nerd. El hecho es que ahora recibo las miradas, las respondo y entro en el juego.
Te empiezas a dar cuenta de la experiencia cuando tratan de llamar tu atención. Hay cosas que no pueden evitar, parece ser cierto eso de que juegan con su cabello. Esta mañana en el bus, la joven de pelo rubio que estaba a mi lado era la única que hacia ese movimiento de sus manos sobre su pelo en un transporte lleno de mujeres. Además, ya me había dado la mirada de aprobación, la miré y ella bajó la mirada. Ese es el signo de dominancia. Si bajas primero la mirada, estás perdiendo. La cosa puede pasar a un plano superior cuando empiezan a aplicarse el brillo de los labios, esas cosas que hacen a una mujer más deseable, pero cuando lo hacen y saben que estan bajo tus ojos lectores, se han delatado. Podría tomarse la oportunidad, saber que ella bajo la mirada, tomar la iniciativa, y seguir el juego, pero la mirada lo dice todo, y si no es capaz de mantener la mirada, la falta de caracter hará que se trate de un pequeño proyecto sin trascendencia.
Miradas, miradas. Les correspondes las miradas y siguen el juego, pero conmigo se quedan ahí. Con mirarlas no conozco sus nombres, no sé si leen Cortázar o escuchan a Dylan como yo, pero parece que le da sufciente alimento al ego para mantenerte con buena autoestima. Ahora que estoy en estas no sé si quiero dar el siguiente paso. No parece difícil, pero no espero encontrar mi homónimo intelectual, y demasiadas películas me han hecho creer en el romance. El juego solía ser algo que detestaba, pero ahora soy parte de él, y descubrí de que no iba a llegar a muchos lugares sin él. Mañana tengo exámenes, y mi tiempo para escribir música es cada vez más inexistente. El juego señores, el juego es la vida del adolescente. No debí madurar tan rápido.

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